Llega el otoño al Valle del Jerte y con él muta el paisaje. Llegan los olores y sabores propios de la estación.
El aroma de las castañas asadas, su calor que reconforta en las manos y su dulce sabor consiguen hacernos viajar en el tiempo.
Pero tiene este fruto seco mucho que ofrecernos, además de permitirnos obrar la magia de hacernos rememorar buenos momentos.